Hacer la diferencia en momentos difíciles. Nuestras decisiones, como afrontarlas y que influye.

Por: Mercy Lorena Ayala Rivera
Ingeniera Civil, MBA con especialización en Operaciones y Sostenibilidad.
Cofundadora de VMA Ingeniería y Consultoría.
Gerente General en COINSA S.A de C.V.
Honduras, Centroamérica.

Hemos estado viviendo en medio de esta pandemia con una lluvia de noticias relacionadas al buen resultado de medidas tomadas por los gobiernos y sector privado en todos los países, sin embargo también ha habido malas noticias,  enfocadas lamentablemente, a la mala disposición de algunos gobiernos, proceder de la población, sistemas de salud débiles, irresponsabilidad y falta de responsabilidad en información que no refleja la realidad; pero hay un tema que es común y de interés para todos, y este es el tema de la corrupción.

Hemos visto como se ha desencadenado una serie de situaciones nada agradable por años, pero hoy en día, con lo que actualmente vivimos, encontramos muchas víctimas, por ejemplos, aquellos que están luchando por salvar una vida, los que dejaron  o perdieron su trabajo y ahora no generan ingresos, los sistemas de educación, aquellos que están apoyando daños ocasionados por personas que carecen de amor al prójimo y a la naturaleza, o simplemente porque ven a futuro una oportunidad de negocio, y más importante, aquellos que están luchando por salvar su propia vida.

¿Pero, y como deberíamos cambiar esto? ¿En qué medida me esfuerzo y aporto para que esta mentalidad de corrupción disminuya? ¿Existe acaso alguna fórmula especial que otros países con mejores resultados hayan aplicado? Desde mi punto de vista, no, sin embargo, ha habido un común denominador que está relacionado a la formación, la cual, como todos sabemos empieza en el hogar, refiriéndonos a los valores y a la ética; sumado a esto, se encuentran las políticas de gobierno aplicadas, como estos distribuyen su gasto, y encontramos que apuntan en gran medida a educación y salud como prioridad, sectores fundamentales para permitir mejores condiciones a sus habitantes.

¿Entonces, esta combinación, puede ayudar a saber cómo afrontar una decisión difícil, identifica que debe pesar más en la balanza, indica hacia donde deberían estar dirigidas nuestras decisiones? Quizás no solo bastaría eso, no es una fórmula mágica, pero es un buen punto de partida.

Adicionalmente encontramos otras cualidades también necesarias y complementarias para detectar y actuar de forma apropiada ante situaciones dudosas, que conllevan acciones consideradas como corruptas; estas, sin duda pueden ser de gran ayuda y deberíamos trabajar en ellas, desarrollándolas, estimulándolas y fortaleciéndolas, ya que son comunes en la personalidad de personas que han tomado decisiones claves, como en estos momentos críticos. Así encontramos,

  • Liderazgo: Aquella cualidad que se tiene para influir, motivar, organizar y poder transformar de forma personal o colectiva. Logrando redireccionar el poder sin abusar, existiendo un bien e interés común.
  • Empatía: Esa capacidad de percibir, sentir y entender a los demás, escuchando y observando sus inquietudes y necesidades para actuar en conjunto.
  • Ética: Hemos oído mucho sobre este concepto, sin embargo, muchas veces se considera subjetivo, pero al final, incurre en aquello en lo que nosotros como seres humanos sentimos al inquietarnos, sobre determinar si una acción está bien o mal, y sobre el impacto que puede causar en los demás, llevándonos muchas veces a buscar solo el bien propio, volviéndonos egoístas, ignorando las consecuencias.

Es por eso que cuando se quieren hacer las cosas bien, o decidimos no seguir apoyando situaciones poco profesionales e inhumanas, tenemos que poseer al menos una de las anteriores cualidades, aunque lo que cada ser humano debería de hacer es buscar esa combinación en nuestras vidas, buscar siempre el bien común, autoevaluándonos e identificando la manera de prepararnos para afrontar un mundo de decisiones difíciles, donde en su mayoría, no existe empatía, ni por los compañeros, colegas, empleados, vecinos, familia, sociedad.

Creo profundamente que hoy puede ser ese momento, seguir el ejemplo de esos líderes, de países donde existe el bien colectivo, y aplicarlo en nuestros hogares, trabajo, empresas, países y en nosotros mismos. ¿Empezamos?

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