Milca Meza

Milca Gisell Meza Cruz, a sus 32 años se desempeña como Directora de Relaciones Públicas y Mercadeo del Museo para la Identidad Nacional de Honduras (MIN).

Nace en un hogar humilde, con muchas carencias económicas, muy estricto pero con mucha diversión. Sus hermanos y sobrino son su vida, su madre como muchas mujeres viajó a Estados Unidos para poder darles a ella y sus hermanos una mejor calidad de vida, así que una buena parte de su infancia convivió con sus abuelos.

Su decisión de dedicarse a las relaciones públicas y el arte surge desde muy temprana edad, siempre le llamó la atención los medios de comunicación, las artes, la música, en la escuela cantaba en los coros, participaba en las bandas, en los grupos de teatro, le fascinaba la idea de estar rodeada de arte. Su padre era muy visionario y le encomendaba realizar tareas artísticas aún en su tiempo libre.

Empezó su carrera como voluntaria, trabajó Ad-honorem durante muchos años y afortunadamente, Dios, la vida y personas que creyeron en ella y sus capacidades le dieron la oportunidad de escalar puestos mayores, hasta llegar hoy a lo que ella llama “el trabajo de sus sueños”.

De carácter muy decidido, Milca se considera adicta al trabajo porque ama y le apasiona lo que hace. Empieza su mañana con un café revisando emails, pasa sus días entre reuniones dentro o fuera del museo, giras de medios o entrevistas, montajes de eventos, comparte sus almuerzos con un equipo de trabajo que considera “espectacular”, duerme 3 o 4 horas para comenzar de nuevo el siguiente día.

Nos cuenta que lo interesante de todo, es saber que al final todos nos necesitamos y que siempre se encuentran personas tan o más apasionadas por su trabajo y que cualquiera que sea el campo laboral, las mujeres tienen el camino un poquito más “cuesta arriba”, hay desde acoso, hasta discriminación, pero cuando hay determinación nada es imposible.

Un hecho inolvidable y que ha marcado su vida significativamente, fue un día de mucho ajetreo en el museo, llegó una ancianita de unos 80 años y le comentó que ella ahorraba para traer desde Comayagua a sus nietos a visitar el museo, esto como regalo de cumpleaños, y le dijo “es el mejor regalo que les puedo hacer, vale la pena el sacrificio”… esto la conmovió, sacando lágrimas de sus ojos y confirmando que todo lo que hace a diario vale al escuchar esas palabras.

Actualmente cursa su maestría y dentro de sus planes a mediano-largo plazo es crear un holding de empresas en el rubro de relaciones públicas, representación de artistas y temas similares, así como tener su familia, pequeña, linda y sólida.

En sus ratos libres le gusta ir al cine, conciertos o disfrutar de un café con sus amistades, hace voluntariado, le encanta el bosque, el campo y trata de al menos una vez al mes buscar uno de esos espacios para “detox” de la vorágine cotidiana.

Para terminar la entrevista, agrega; “Como mujeres no debemos rendirnos, debemos ser prácticas y no sólo soñar, sino hacer realidad los sueños. A veces siento que las mujeres en Latinoamérica vivimos en un eterno sueño pero no concretamos, y creo que pasar del sueño a la acción es sumamente importante, eso hará la diferencia primero en nosotras y luego en todo lo demás”.

Las mujeres hondureñas somos los seres más impresionantes que existen. Mi mamá, mi jefa, mi pastora, mi hermana… son solo ejemplos de que las mujeres hondureñas estamos hechas de un material indestructible… Amo ser mujer, y amo haber sido destinada para nacer en Honduras, tierra hermosa.

“Mi fuente de inspiración es Honduras, mucha gente dice que hablo demasiado del país y que a veces no soy tan “realista” en mi juicio del país en que vivimos, hay una frase de Rubén Darío que me gusta mucho: “Si pequeña es la patria, uno grande la sueña”, yo creo que Honduras merece que la amemos, la respetemos y trabajemos por ella con pasión”.

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