Un nuevo año equivale a no dejar de perseverar

(Por: Luis Soriano)
Cuando tenía 10 años, mi madre decidió sembrar una pequeña planta en la parte más olvidada de nuestro jardín. La planta siguió el ciclo natural del crecimiento y pasamos desapercibido su progreso, hasta que un día nos dimos cuenta que se había convertido en un árbol de acacia que superaba en altura a nuestra casa. Ese árbol se convirtió en mi lugar de lectura favorito, subía a sus ramas y leía y leía mientras disfruta de su sombra, también aprovechaba para realizar un par de travesuras como todo niño (lanzar bolas de papel a mis vecinos!).

Cierto día, papá se dio cuenta que el árbol había crecido tanto, que sus raíces (famosas por expandirse) habían tocado una de la paredes de la casa logrando agrietarla así que sucedió lo irremediable, había que cortar el Acacia. Papá asignó esta tarea a mi hermano mayor que con una aptitud muy alegre acepto y vio la oportunidad de poder “destruir” el árbol, así que hizo manos a la obra. Con un machete mi hermano comenzó a cortar las ramas del Acacia, le tomó algún tiempo ya que la madera de este árbol es sumamente dura, lo que seguía era cortar el tronco, cortaba y cortaba. El machete hacia cortes una y otra vez y las manos de mi hermano comenzaron a llenarse de heridas, parecía que entre más dañaba al pobre árbol, más se resistía a ser exterminado.

Finalmente cedió, y el tronco cayó (su servidor es amante de las plantas, así que a pesar de mi edad en aquel entonces, vi el final de mi amigo, con quien disfrute horas de lectura a su sombra). Luego, mi hermano procedió a excavar y tratar de cortar las raíces y así poder sacar lo último que quedaba del Acacia, pero el cansancio lo venció y no pudo seguir más. Logró sacar gran parte de las raíces, así que pensó que ya todo había acabado.

En los días siguientes llegó la época de lluvia, seguimos nuestro ritmo normal en casa. Cierta mañana mientras salía, me percate que el Acacia estaba vivo, había un retoño que con un verde muy vivo se distinguía de aquel tronco que parecía estar seco. Todos se dieron cuenta, quedamos asombrados. Para mi hermano la misión no había terminado, así que tomó un poco de gasolina y roció el tronco y lo encendió…ardió hasta que lo poco que quedaba del Acacia fue convertido a carbón.

¿No era el final que usted esperaba leer verdad? pero reflexione en esto: si el Acacia se aferró a seguir viviendo, era porque tenía en claro su propósito en la vida, el cual era hacer su papel a toda costa, crecer y dar una sombre reconfortante y luego reproducirse. Creo que Dios tiene el control de todo, nos envía a la tierra a la deriva, todos tenemos un propósito. Si usted está pasando por una situación difícil, realmente difícil, donde le han cortado sin ninguna explicación sus recursos, la vida no parece sonreírle. Si ya pasó por esa etapa en la cual su “última carta” de poder levantarse nuevamente le ha fallado, o si ha perdido todo, pero aun así lucha, persista, siga adelante, por más mutilado que se sienta su espíritu. Dios no le ha abandonado, que Él sea su auxilio. Él llegará en el momento oportuno.

Si el 2016 fue un año difícil no quiere decir que este 2017 todo será igual. Aférrese a luchar, haga cambios, tome decisiones y no se detenga, persevere como el acacia, usted tiene un propósito!
Cuando todo mejore – porque le aseguro que sucederá así – nunca olvide su proceso, no olvide que ahora usted podrá ayudar y animar a otros a seguir.

Vamos, siga adelante, no importa lo que se venga, usted puede superarlo, persista hasta el final.

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